El shulo-playas es uno de los personajes más típicos del mundillo veraniego. Su habitat se restringe a la orilla del mar, por donde pasea su palmito, buscando incautas que caigan rendidas entre sus fornidos brazos.
Ha evolucionado con el devenir de los años; allá por mi juventud (rondando el Pleistoceno tardío), se le podía caracterizar por su bañador Meyba pegaito a la carne, marcando virilidad, su pose de barriga apretada, como cualquier paciente de estreñimiento salvaje, y por esa cantidad de pelo creciendo hasta debajo de las uñas, un pelo negro negrísimo y con más rizos que una toalla portuguesa. Se le veía pasear al mismo borde del mar; no se conocen casos de ningún shulo-playa metido en el agua más allá del tobillo. Tengamos en cuenta que para el shulo-playa, la imagen es importante, y de todos es conocido el efecto del agua fría en los cuerpos cavernosos.
Ahora, el shulo-playa ha cambiado, tanto en su aspecto como en su comportamiento; lo tenemos en su versión "Neopreno Style", bajándose de su caizurfin o como carajo se escriba, o de su moto acuática, como si acabara de cruzar el Atlántico sin escalas, cuando no viene más allá del chiringuito de al lado. También lo podemos ver en sus subespecies "Pelotero" (jurgol o voleibó) y Paletero (Nadal a su lado, un manta manco).
Ya no le hace falta meter barriga, se machaca en el gimnasio, se depila hasta las vellosidades intestinales, y se zambulle en el mar como si en cinco minutos fueran a cobrar cada baño.
Eso sí, lo que no ha cambiado es su objetivo: las chatis. Todo sea por las chatis. Aunque en sus primitivas versiones, no metían ni miedo, ahora parece que la cosa ha cambiado, y se les suele ver rodeado de niñas monas, con los pelitos así metidos para dentro como la Jennifer Aniston. De esas, ya hablaré.
Mañana, más...
Ha evolucionado con el devenir de los años; allá por mi juventud (rondando el Pleistoceno tardío), se le podía caracterizar por su bañador Meyba pegaito a la carne, marcando virilidad, su pose de barriga apretada, como cualquier paciente de estreñimiento salvaje, y por esa cantidad de pelo creciendo hasta debajo de las uñas, un pelo negro negrísimo y con más rizos que una toalla portuguesa. Se le veía pasear al mismo borde del mar; no se conocen casos de ningún shulo-playa metido en el agua más allá del tobillo. Tengamos en cuenta que para el shulo-playa, la imagen es importante, y de todos es conocido el efecto del agua fría en los cuerpos cavernosos.
Ahora, el shulo-playa ha cambiado, tanto en su aspecto como en su comportamiento; lo tenemos en su versión "Neopreno Style", bajándose de su caizurfin o como carajo se escriba, o de su moto acuática, como si acabara de cruzar el Atlántico sin escalas, cuando no viene más allá del chiringuito de al lado. También lo podemos ver en sus subespecies "Pelotero" (jurgol o voleibó) y Paletero (Nadal a su lado, un manta manco).
Ya no le hace falta meter barriga, se machaca en el gimnasio, se depila hasta las vellosidades intestinales, y se zambulle en el mar como si en cinco minutos fueran a cobrar cada baño.
Eso sí, lo que no ha cambiado es su objetivo: las chatis. Todo sea por las chatis. Aunque en sus primitivas versiones, no metían ni miedo, ahora parece que la cosa ha cambiado, y se les suele ver rodeado de niñas monas, con los pelitos así metidos para dentro como la Jennifer Aniston. De esas, ya hablaré.
Mañana, más...