viernes, 19 de octubre de 2007

Psicología masculina para mujeres (VI)

Buenas, querida:

¿Sorprendida ante los detalles que te relato y que, quizás, no conocieras? Bueno, quedan muchos en el tintero, y la mayoría se refieren a que somos dos especies animales distintas. Te pasas la vida esperando que tu pareja, novio, amante o amigo actúe como tú harías, sólo para darte cuenta que es del todo inútil, que jamás pasará, y que en el caso de que suceda, no será más que un hecho milagroso, producto del azar.

Los hombres no pensamos como vosotras. Y para mostrártelo, lo que te cuento hoy es lo siguiente:

Teorema.-

Los hombres no son adivinos. Por ello, jamás acertarán con la respuesta que tú deseas a tus preguntas.


Sí. Es así de sencillo. Recuerda la última vez que le preguntaste a un hombre si estabas guapa, o delgada, o si te quería lo mismo que cuando os conocisteis. Estoy seguro que su respuesta no te satisfizo. ¿Por qué? Porque no somos adivinos.

Si un hombre te pregunta si lo ves más gordo que antes, no lo hace para satisfacer su autoestima, ni para que descargues unba retahila interminable de piropos, alabando su escultural figura. No, no y mil veces no. Simplemente queremos conocer el dato, si estoy más gordo o no, y no me dolerá en absoluto que me digas que sí, que ya la 40 de pantalón pasó a mejor vida, que tengo que ir pensando en olvidar esas camisetas que tan bien me quedaban el verano pasado y que, ahora, me harían sentir como un salchichón. Es más, si me dices que sí, posiblemente te responda que es verdad, que tengo que volver al gimnasio y olvidarme del fuet y de los tocinos de cielo.

Pero, ah queridas mías, si es a la recíproca, si eres tú quien le pregunta a él sobre el estado de tu figura, la escena se convierte en un drama. Si le dices "no querida, que va, estás buenísima", mala respuesta. Replicarás con violencia que digo eso porque no me fijo en tí, que ya no te miro como te miraba antes, y mil reproches más.

Y si uno comete la imprudencia, la insensatez y la locura de decir "pues la verdad, cariño, sí que estás un poquito más gordita", entonces estás perdido. Cae sobre uno un torrente de recriminaciones al estilo de "claro, y por eso le miras el culo a las niñas de los patines del Carrefour", un "seguro que ya no me quieres", o el clásico entre los clásicos: "muy bonito, y encima cualquier día te irás con una lagarta de 18 años, delgada y rubia".

¿La solución? No responder, o hacerlo con otra pregunta. Por ejemplo:

- ¿Cariño, me ves más gorda?

- Cielo, ¿tú te ves más gorda?


o

- ¿Crees que me queda bien esta blusa?

- ¿Que pega le ves?


Esta parte no debería de hacértela saber, porque es dar demasiada información al enemigo; pero en el caso de que unos distraidos ojos masculinos caigan por aquí, le vendrán de perlas.

Querida, si quieres saber algo, pregúntalo como lo haría un hombre, y no juegues a las adivinanzas. Y menos aún, cuando estamos viendo el futbol...