lunes, 3 de septiembre de 2007

Stress postvacacional

Esta mañana, el autobús era una colección de malas caras, gente dormida contra los cristales, y ojeras gordas y oscuras como dobladillos de abrigos de pana. Era realmente patético ver a tal reunión de caretos, más propia de la última peli de zombis que de un autobús a las 8 de la mañana.

¿Y todo por qué? Porque se les acabaron las vacaciones; y es algo que no alcanzo a entender. Qué le pasa a la gente? ¿Piensan que se van de vacaciones dos semanas, o un mes, y que no van a volver a trabajar en su puñetera vida? ¿Se creen en serio que se van a pegar el resto de sus días en la playita, viendo tetas veinteañeras y tomando tintos con limón en la tumbona?


Por lo visto, a la gente le da el stress postvacacional, lo que antes se llamaba Cabreo por la Vuelta al Curro, pero con esta costumbre de ponerle nombre de enfermedad a todo, así nos va. Una excusa más para pedir la baja, oiga, que estoy mu malito, que ma dao el stress por volver al curro, así que me da la baja y me pego otro par de semanas, a ver si llego al puente de la Inmaculada tocándome las ingles en casa.

En fín, señores, que no es para tanto, que no pasa nada; si lo piensas fríamente, volver al trabajo reconforta. Volverás a encontrarte con tu jefe, sí, pero también con la niña de la cafetería, esa que te sonríe socarronamente cada vez que le dices que te ponga el café templadito; te reencontrarás con los compañeros de la oficina, y putearás al tonto de González por ser del Barça. Y lo más importante, volverás a sentir ese cosquilleo por la espalda, ese repeluco por la espina dorsal, cuando veas que ya es viernes...

Si es que te quejas de vicio, leches.